__CONFIG_colors_palette__{"active_palette":0,"config":{"colors":{"f3080":{"name":"Main Accent","parent":-1},"f2bba":{"name":"Main Light 10","parent":"f3080"},"trewq":{"name":"Main Light 30","parent":"f3080"},"poiuy":{"name":"Main Light 80","parent":"f3080"},"f83d7":{"name":"Main Light 80","parent":"f3080"},"frty6":{"name":"Main Light 45","parent":"f3080"},"flktr":{"name":"Main Light 80","parent":"f3080"}},"gradients":[]},"palettes":[{"name":"Default","value":{"colors":{"f3080":{"val":"rgb(23, 23, 22)"},"f2bba":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.5)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"l":0.09,"s":0.02}},"trewq":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.7)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"l":0.09,"s":0.02}},"poiuy":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.35)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"l":0.09,"s":0.02}},"f83d7":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.4)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"l":0.09,"s":0.02}},"frty6":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.2)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"l":0.09,"s":0.02}},"flktr":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.8)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"l":0.09,"s":0.02}}},"gradients":[]},"original":{"colors":{"f3080":{"val":"rgb(23, 23, 22)","hsl":{"h":60,"s":0.02,"l":0.09}},"f2bba":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.5)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"s":0.02,"l":0.09,"a":0.5}},"trewq":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.7)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"s":0.02,"l":0.09,"a":0.7}},"poiuy":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.35)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"s":0.02,"l":0.09,"a":0.35}},"f83d7":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.4)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"s":0.02,"l":0.09,"a":0.4}},"frty6":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.2)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"s":0.02,"l":0.09,"a":0.2}},"flktr":{"val":"rgba(23, 23, 22, 0.8)","hsl_parent_dependency":{"h":60,"s":0.02,"l":0.09,"a":0.8}}},"gradients":[]}}]}__CONFIG_colors_palette__
Hola Cristina,
Muy buenas todas tus estrategias. Yo añadiría en la de comprar comida sana, hacer hincapie en el momento del día en que vamos a comprar. No es lo mismo cuando acabas de comer que a última hora del día cuando estás cansado, con hambre y comerías cualquier cosa. El cerebro en ese momento dice ” aquí voy a estar yo ahora pensando en lo que es sano y lo que no”, y acabas llevándote los productos más inútiles nutricionalmente hablando y que suelen ser bombas de relojería en cuanto a su contenido en grasas y azúcares. Sin embargo ir cuando ya has comido, te ayuda a ajustarte más también a la lista de la compra (lo que por otra parte también es una ventaja para la economía de la casa) y no comprar tantas “guarrerías”, doy fe de ello, clínicamente probado, jajaja.
Por cierto, he estado viendo algunos de tus otro posts y me encanta “the cow”, es muy monaaa 😉
Hola Ana, gracias por tu visita y tu comentario 🙂 La vaquita sigue ganando fans, jejejeje, tan mona ella y tan salada, no es para menos 😀 En cuanto a hacer la compra con o sin hambre… mira… yo es que tengo otra forma de verlo. Entiendo que sí, que pueda ser más difícil para la mayoría de personas hacer buenas elecciones cuando van a comprar con hambre pero… eso es como decirle al ex-fumador que no vaya a bares o ambientes donde otros fumen. El verdadero ex-fumador consciente odia el tabaco y todo lo que le recuerde a él, ya no “sufre”. O sea, quiero decir que cuando de verdad ganas conciencia y cambias hábitos radicalmente, esa comida poco saludable ya ni te atrae, o sea, es que ni existe para ti. Además cuando vamos por la calle (con hambre o sin ella) también estamos bombardeados con el aroma y los productos que vienen de las pastelerias, de las hamburgueserías, de los puestos de patatas fritas… ¿Qué hace que nos atraiga esta comida o no? ¿El hambre? ¿El hábito? ¿El confort que nos proporcionan? ¿Esa sensación de felicidad efímera? Esto es lo que habría que analizar 🙂 Yo voy al super cuando tengo hambre sin problemas, y me compro unos frutos secos crudos sin sal y un plátano y me quedo tan a gusto. O me compro un tofu para hacerlo rápidito en casa con una ensalada.
Me parece super interesante el tema, me da ganas ahora de crear un video… 🙂
Un besote guapa, gracias por el aporte,
Cristina
Pues es cierto, no lo había visto así…
Ya tengo reflexión para el día, y la semana, jaja
Un beso
Jejeje 🙂 ya tengo previsto hacer un post o video sobre esto, me has dado una idea 😉
Besotes,
Cristina
¡Hola Cristina!
Me quedo sobre todo con esos motivos, o situaciones, que nos hacen flaquear. Tenerlas identificadas seguro que me ayudará a anticiparme. Precisamente una de ellas, en mi caso, está relacionada con el consejo 7. Si no tengo comida sana en la nevera, termino decantándome por alternativas rápidas no tan nutritivas.
Un abrazo
Hola Amaya, gracias por tu visita y tu comentario. Sí, es muy importante lo que metemos en casa, seguro. Si llenas la nevera de verdura y fruta seguro vas a organizarte para prepararla y comerla, sabiendo que si no se va a estropear. Y para picotear es bueno que hayan algunos frutos secos crudos sin sal, o incluso dátiles para comer uno si se siente “ganas de dulce”. Pero como digo yo, no hay que meter el enemigo en casa 😀 Bastante rodeados estamos ya de comida basura, ¡desafortunadamente!
Un abrazo, guapetona,
Cristina
Cristina, muy buenos consejos. Voy a dejar tu post a la vista para poder leerlos cada poco. Yo veo la dificultad en tener que cocinar, que a mi no me gusta nada, y me quita todas las ganas de cocinar, incluso la comida nada sana, no creas.
Un abrazo.
Hola Raquel, gracias por tu visita y tu comentario. Me alegro que te haya parecido útil el post 🙂 Muchas personas me comentan esto de no disfrutar cocinar y ay ay ayyy, no sé que hacer con esto 🙂 Sólo puedo decir que hay que buscar la base de esas creencias, reestructurarlas, darles la vuelta y empezar poquito a poco a disfrutar más de los procesos empezando en una escala de más sencillito a más elaborado. A mí me gusta tanto preparar platos que me cuesta entender que otros no lo disfruten como yo jjeje
Te mando un fuerte abrazo,
Cristina
Hola Cristina,
Últimamente, creo que di con la clave que me frenaba, para avanzar en mi propósito de girar el rumbo hacia un alimentación más sana: no estaba 100% mentalizada.
Es cierto que quería cambiar, pero no estaba dispuesta a “pagar el precio” o a hacer el esfuerzo necesario. Desde que me lo tome más como un estilo de vida, que como una dieta, soy capaz de seguir mejor las directrices y soy más consciente de lo que como.
Tener un para qué claro y que sea importante para ti, diría que es lo más importante.
Un saludo enorme.
Hola Conchi, gracias por tu visita y tu comentario. El cambio de mentalidad que me comentas me parece esencial. En mis programas de coaching es el cambio de mentalidad (junto con anotar todo en el diario de alimentación) con lo que empiezo. Que la persona pueda enfocarse en el cambio desde una perspectiva de yo puedo y yo gano es vital para el éxito y para disfrutar el proceso. Y el “para qué” también, por supuestro, detrás de él se esconde la motivación que va a actuar como un motorcillo a nuestro favor. Así que te felicito por estar en la honda del éxito 😉
Un abrazo grande,
Cristina
Un perfecto artículo y muy aconsejable. Felicidades
Hola Paolo, gracias por tu visita y tu comentario, me alegro que te haya resultado interesante.
Un saludo,
Cristina